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para juzgarlos, puesto que el Gobierno es casi siempre parte en tales causas.

Más tarde se vió lo que son esas Comisiones militares para entender en los crímenes de Estado; la muerte del duque de Enghien enseña a todos cuánto horror debe inspirar ese poder hipócrita que encubre el asesinato con el manto de la ley.

La resistencia del Tribunado, por débil que fuese, desagradaba al Primer Cónsul, ne porque fuese un obstáculo, sino porque mantenía en la nación el hábito de pensar, cosa que no le convenía a ningún precio. Entre los razonamientos contrarios a la oposición, que mandó publicar en los periódicos, figura uno muy extravagante. "Que haya oposición en Inglaterra—se decía—, es cosa muy natural, puesto que allí el rey es enemigo del pueblo; pero en un país en que el Poder ejecutivo es nombrado por el pueblo, combatir al representante de la nación es oponerse a la nación misma." ¿Cuántas frases de este género no hanárquica. No veo claro el camino que le quedaba. En esta obra, Necker llamaba al Primer Cónsul el hombre necesario, etcétera. Lebrún le respondió con una carta de cuatro caras, de muy elegante estilo, y de tono: muy mordaz: le preguntaba si no había hecho ya bastante daño a Francla, y sl. después de su ensayo en la Constituyente, aún aspiraba a regirla de nuevo. Cafda en desgracia. la señora de Stäel combatía con una mano y pedía con la otra. El Primer Consul la hizo saber que le entregaba todo el universo para que lo explotase y sólo se reservaba París, adonde le prohibía acercarse. l'ero París era cabalmente lo único que deseaba la acfiora de Stäel. El Cónsul se mantuvo siempre inflexible.

Con todo, la señora de Stãel renovaba de tiempo en tiempo Bus tentativas." (Memorial de Santa Elena, 13 de agosto y 16 de octubre dlo 1816.) »