Página:Diez años de destierro (1919).pdf/78

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
76
 

.

76 sinceridad si ello puede costarle la felicidad de toda su familia. las mujeres, sobre todo, destinadas a sostener y recompensar el entusiasmo, tratarán de ahogar sus propios sentimientos generosos, si de ellos ha de resultar que las aparten de los objetos de su amor, o que éstos les sacrifiquen su existencia siguiéndolas en el destierro.

La víspera de expirar el plazo concedido, hizo José Bonaparte una nueva tentativa en mi favor; y su mujer, persona de gran dulzura y de perfec ta sencillez, me hizo la merced de venir a mi casa a proponerme que fuese a pasar unos días en su posesión de Mortefontaine. Acepté con gratitud, y no dejó de conmoverme la bondad de José, que me admitía en su casa no obstante la persecución de su hermano. Tres días pasé en Mortefontaine; a pesar de la exquisita amabilidad de los dueños de la casa, mi situación era muy difícil. Sólo veía a hombres, adictos al Gobierno, vivía en la atmósfera de una autoridad, enemiga mía declarada, pero no podía exteriorizar mi pensamiento, so pena de infringir las reglas más elementales de la cortesía y la gratitud. Sólo estaba conmigo mi hijo mayor, demasiado niño aún para hablar de tales asuntos. Horas enteras me pasaba contemplando el jardín de Mortefontaine, uno de los más bellos de Francia, y cuyo poseedor, tranquilo entonces, me parecía muy digno de envidia. Estoy segura de que en los tronos a que después le han desterrado, echará de menos su hermoso retiro.