Página:Diez años de destierro (1919).pdf/81

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
79
 

pueden producir Francia y Alemania combinadas:

Carlos Villers. Su trato era encantador; pero esto me hacía sentir aún más la falta de mi placer predilecto: un coloquio donde reine perfecto acuerdo en cuanto se siente y se dice.

Mi padre se indignó por el modo como me habían tratado en París; veía a su familia proscrita, expulsada, como gente criminal, del país por quien él había trabajado tanto. Me aconsejó que pasara el invierno en Alemania, y que no fuese a verle hasta la primavera. ¡Ay! Contaba con llevarle las ideas nuevas cosechadas en mi viaje.

Desde hacía varios años decíame mi padre que su único lazo con el mundo eran mis relatos y mis cartas. Era tanta la vivacidad y la penetración de su espíritu, que el placer de hablarle excitaba a pensar. Yo observaba para tener algo que contarle, y escuchaba para repetirle lo que oía. Muerto él, veo y siento la mitad menos que cuando mi propósito era agradarle, pintándole mis impre siones.

En Francfort cayó gravemente enferma mi hija, de cinco años de edad. A nadie conocía yo en la ciudad, ignoraba el idioma, y el mismo médico a quien llamé apenas hablaba el francés. ¡Oh!

¡Cómo compartía mi padre estos dolores! ¡Qué cartas me escribía! ¡Cuántas consultas de médicos, copiadas de su mano, me envió desde Ginebra! Nadie ha llevado tan lejos como él la armonía de la sensibilidad y de la razón; nadie se ha conmovido tan vivamente como él por los do-