llevaba y empezó a contarlo. Luego lo dejó caer al mar, aparentando con lamentos que se le había caído por desgracia. Añaden algunos que dijo para sí: «Mejor es que Aristipo pierda el dinero, que no que el dinero pierda a Aristipo». Preguntándole Dionisio a qué había venido, respondió: «A dar lo que tengo y a recibir lo que no tengo». Otros cuentan que respondió: «Cuando necesitaba de sabiduría, me fui a buscar a Sócrates; ahora que necesito dinero, vengo a ti». Condenaba el que «los hombres miren y remiren tanto las alhajas que compran, y examinen tan poco sus vidas». Algunos atribuyen esto a Diógenes.
10. Habiendo Dionisio, en un refresco que dio, mandado saliesen a danzar de uno en uno con vestidos de púrpura, Platón no lo quiso ejecutar, diciendo:
- No visto yo ropajes femeniles.
Pero Aristipo, tomando aquella ropa, se la puso, y antes de empezar la danza, dijo prontamente:
- Ni de Libero-Padre en los festejos,
- se deja corromper el que es templado.[1]
Intercedía una vez con Dionisio por un amigo, y no obteniendo lo que pedía, se arrojó a sus pies. Como alguno afease esta acción, respondió: «No soy yo el culpable en esto, sino Dionisio, que tiene los oídos en los pies». Hallándose en Asia,
- ↑ Versos de Eurípides in Bacc.