lo aprisionó Artafernes Sátrapa; y como uno le preguntase si creía estar allí seguro, respondió: «¿Y cuándo, oh necio, debo estar más seguro que ahora que he de hablar con Artafernes?» Decía que «los instruidos en la disciplina encíclica[1], si carecen de la filosofía, son como los que solicitaban a Penélope, los cuales antes poseían a Melanto, a Polidora y demás criadas, que no la esperanza de poder casarse con el ama». Semejante a esto es lo que dijo a Aristón, esto es, que «cuando Ulises bajó al infierno, vio y habló con casi todos los muertos; pero a la reina ni aun llegó a verla».
11. Preguntado Aristipo qué es lo que conviene aprendan los muchachos ingenuos, respondió: «Lo que les haya de ser útil cuando sean hombres». A uno que le preguntaba por qué de Sócrates se había ido a Dionisio, dijo: «A Sócrates me fui necesitando ciencia; a Dionisio necesitando recreo»[2]. Habiendo recogido mucho dinero en sus discursos, como Sócrates le preguntase de dónde había sacado tanto, respondió: «De donde tú sacaste tan poco». Diciéndole una meretriz que de él
- ↑ Τούς τών εγχυχλίων παιδευμάτων πεϊασχόθας. Por disciplina encíclica se entiende doctrina circular, o sea un conocimiento general de las ciencias, aunque no sea profundo ni perfecto en cada una, como explica Vitrubio, lib. I, capitulo I.
- ↑ Δεόμενος παιδείας... χαί παιδιάς. Usa de un juego de palabras poco distintas en la pronunciación y muy diversas en el significado.