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DE DIÓGENES LAERCIO.

de la de Jerónimo arriba nombrado, él mismo lo condujo al filósofo, y lo exhortó a perseverar en el buen orden empezado. También corre aquel gracioso dicho suyo, y es que a uno que le preguntaba por qué de las otras escuelas se pasaban muchos a las de Epicuro, y de los discípulos de Epicuro ninguno a las otras, respondió: «Porque de los hombres se hacen los eunucos, pero de los eunucos no se hacen los hombres». Finalmente, hallándose próximo a la muerte, dejó todos sus bienes a su hermano Pílades, que lo había conducido a Quío y después ocultamente a Merea, de donde se lo llevó a Atenas. Permaneció sin casarse, ni tuvo hijo alguno. Hizo tres testamentos[1]: el uno lo dejó en Eretria en casa de Amficrito; otro en Atenas en poder de uno de sus amigos, y el tercero lo envió a su casa, encargándolo a Taumasías, uno de sus parientes, para que lo guardase, y le escribió en esta forma:

Arcesilao a Taumasías, gozarse[2].

»Entregué a Diógenes mis testamentos para que te los llevase. Parecióme bien testar, por causa de que enfermo a menudo, y está mi cuerpo flaco de fuerzas, a

  1. Tres ejemplares auténticos del mismo testamento, según era costumbre, a fin de que si uno se perdiese o fuese corrompido por algún malicioso, quedase modo de remediar este daño.
  2. Χαϊρειν.