Página:Doble error - novela (1919).pdf/36

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
32
 

con un enorme ramillete, mucho más hermoso que el de su mujer, hubo una gran admiración, con gracias y excusas interminables.

—Señor de Chaverny, yo no soy ingrata—dijo la supuesta provinciana, después de una larga retahila; para probárselo, "hágame usted pensar en prometerle alguna cosa", como dice Potier. De verdad, le bordaré una bolsa cuando acabe la que he prometido al duque.

Por fin terminó la ópera, con gran satisfacción de Julia, que se sentía violenta al lado de su singular vecina. El duque le ofreció el brazo; Chaverny tomó el de la otra dama. Châteaufort, con aire sombrío y contrariado, seguía detrás de Julia, saludando cohibido a las personas conocidas que encontraba en la escalera.

Algunas mujeres pasaron al lado de ellos. Julia las conocía de vista. Un joven les habló bajo con risa burlona; en seguida miraron, con aire de curiosidad muy viva, a Chaverny y a su mujer, y una de ellas exclamó:

—¿Es posible?

Apareció el coche del duque; éste saludó a la señora de Chaverny, repitiéndole las gracias por sus atenciones. Mientras tanto, Chaverny quería acompañar hasta el coche a la dama desconocida, y Julia y Châteaufort se quedaron solos un momento.

—¿Quién es esta mujer?—preguntó Julia.

—¡No debo decírselo..., porque la cosa resulta un poco extraordinaria!