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Y JULIETA.
MERCUTIO.
Buenas tardes, hermosa dama.
AMA.
¿Pues hemos llegado á la tarde?
MERCUTIO.
No, pero la mano lasciva del reloj está señalando las doce.
AMA.
¡Jesús, qué hombre!
MERCUTIO.
Un hombre que Dios crió, para que luego echase él mismo á perder la obra divina.
AMA.
Bien dicho. Para que echase su obra á perder... ¿Pero me podría decir alguno de vosotros dónde está el joven Romeo?
ROMEO.
Yo te lo podré decir, y por cierto que ese joven será ya más viejo cuando le encontreis, que cuando empezabais á buscarlo. Yo soy Romeo, á falta de otro más jóven.
AMA.
¿Lo decis de veras?
MERCUTIO.
¿Conque á falta de otro mejor, os parece jóven? Discretamente lo entendeis.
AMA.
Si verdaderamente sois Romeo, tengo que deciros secretamente una palabra.