más te valiera no haber besado nunca esa mano. ¡Bien, admirable beso! No te lleves los dedos á la boca. (Óyese una trompeta.) El moro llega.
Él es.
Vamos á recibirle.
Viene por allí.
¡Mi hermosa guerrera!
¡Otelo!
Tan grande es mi alegría como mi admiracion de verte aquí antes de lo que esperaba. Si la tempestad ha de producir luego esta calma, soplen en hora buena los vendavales, levántense las olas y alcen las naves hasta tocar las estrellas, ó las sepulten luego en los abismos del infierno. ¡Qué grande seria mi dicha en morir ahora! ¡Tan rico estoy de felicidad, que dudo que mi suerte me reserve un dia tan feliz como éste!
¡Quiera Dios que crezcan nuestro amor y nuestra felicidad al paso de los años!
¡Quiéralo Dios! Apenas puedo resistir lo intenso de mi alegría: fáltanme palabras y el contento se desborda. ¡Oh, la menor armonía que suene entre nosotros sea la de este beso! (La besa.)