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Página:Dramas de Guillermo Shakespeare.djvu/472

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OTELO.

rar, ni hablar sin llorar. Esta noche ataviarás mi lecho con las galas nupciales. Dí á Yago que venga.

EMILIA.

¡Qué alteracion es esta! (Se va.)

DESDÉMONA.

¿Será justo lo que hace conmigo? ¿Habré andado alguna vez poco recatada, dando ocasion á sus sospechas? (Salen Emilia y Yago.)

YAGO.

¿Me llamabais? ¿Estais sola, señora?

DESDÉMONA.

No lo sé. El que reprende á un niño debe hacerlo con halago y apacible manera, y yo soy como un niño.

YAGO.

¿Pues qué ha sido, señora mia?

EMILIA.

¡Ay, Yago! El moro la ha insultado, llamándola ramera y otros vocablos groseros y viles, intolerables para todo pecho bien nacido.

DESDÉMONA.

¿Y yo merecia eso?

YAGO.

¿Qué, señora mia?

DESDÉMONA.

Lo que él me ha dicho.

YAGO.

¡Llamarla ramera! No dijera tal un pícaro en la taberna, hablando de su querida.