Página:Dramas de Guillermo Shakspeare - Volumen 2 (1883).pdf/226

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
208
COMEDIA DE EQUIVOCACIONES.

Dromio.—Ama, mi amo es seguramente del orden del creciente ¿estáis?

Adriana.—¡Del orden del creciente, pícaro!

Dromio.—No quiero decir que sea deshonrado; pero ciertamente, es de todo punto lunático.—Cuando le he dado priesa de venir á comer, me ha pedido mil coronas en oro.—Es hora de comer, le he dicho.—Mi oro, ha respondido.—Vuestras viandas se queman, he dicho.—Mi oro, dijo.—¿Váis á venir? dije.—Mi oro, replicó, ¿dónde están las mil coronas que te he dado, malvado?El lechón, dije, está todo quemado.—Mi oro, díjome.—Mi ama, señor, le dije.—¡Que vaya tu ama á ahorcarse! ¡Yo no conozco ama! ¡Al diablo tu ama!

Luciana.—¿Quién ha dicho eso?

Dromio.—Es mi amo quien lo ha dicho. No conozco, dijo, ni casa, ni esposa, ni ama. De suerte que os traigo sobre mis espaldas el mensaje del cual mi lengua debía haber sido encargada; pues, para concluir, me ha dado golpes sobre ellas.

Adriana.—Vuelve hacia él, miserable, y tráele al albergue.

Dromio.—Sí, vuelve hacia él, para hacerte enviar otra vez al albergue molido de golpes! ¡En nombre de Dios! Enviad algún otro mensajero.

Adriana.—Vuelve á ir, esclavo, ó voy á abrirte la cabeza por en medio.

Dromio.—Y él bendecirá esta cruz con otros golpes. Entre ambos tendré una cabeza bien santa.

Adriana.—Vete, rústico hablador; conduce tu amo á la casa.

Dromio.—¿Soy tan movible con vos, como lo sois conmigo, para que me echéis como una pelota? Vos me arrojáis de aquí y él me arrojará para acá. Si he de durar en este servicio, haríais bien en aforrarme de