10 STELLA que me busque á las cuatro en el Círculo de Armas. ¿Mañana es sábado?,.... bueno, el domingo vendré 4 pedirte á ta padre,
Un pequeño grito contenido, una sonrisa que temblaba, dos lágrimas que se dejaban correr, faé lo que vió después del minuto necesario para que sus palabras fueran com- preudidas en todo su aleance por aquella á
Máximo sentíase una jomensa bondad, ante esa rica frescura de sentimiento, ante ese jo- ibilo que acaba de crear!
—¡Oh tío, tío, cómo te lo agradezco! ¡cómo te lo agradecemos! pudo decir al rato Ava María, en una voz á la que había pasado todo el ardor de su pequeña alma de niña,
— ¡Felices los que como usted pueden hacer tanto bien en un instante! murmuró Alejandra con voz velada é intensa, que revelaba su al- ma más ferviente de mujer.
Máximo vió que también la había empa- lidecido la emoción; tuvo la vaga intuición de lo que sería ser amado así por ella, y vibrándole aún en los oídos lo que acababa de decirle pensó: «Las palabras pueden ser las mejores caricias.»
Ana María lo interrumpió al quitarle de las manos la for con que distraídamente jugaba. Pasó ese momento de sensibilidad fugitiva .... pasó demasiado rápido para dejar rastro alguno en su memoria efectiva olvidada de ejercitarse desde tanto tiempo.