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Página:Duayen Stella.djvu/234

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28 STELLA

guramente á un hagre y un tiburón... ¡Yá mí que me gusta tanto, tanto la pesca de caña! concluyó con tan serio convencimiento que hizo reir 4 Máximo, quien le dijo:

—Por que he visto en otros que se le pare- cían, el mismo entusiasmo que en usted para una diversión que ha inmortalizado Paul de Kock, no me he desmayado de sorpresa al oírsela confesar... ¿Su espíritu, Alejandra, «ue tiene las facetas del brillante, el cultivo de uua flor de precio, que es todo brillo y res- plandor, dedicado 4 esperar que «pique?».....

—Me ha sido muy útil y muy provechosa esta'diversión; más útil y provechoso aun el arroyo. ... Desadornemos mi espíritu de la for, aligeremoslo del brillo y del resplandor; dejémoslo tal cual es, para mostrárselo va- gando incierto por sus orillas primero, asen tándose” después en una idea nueva de la vida y de 'los] hombres. Mientras concebía esta Ídea más justa y más exacta, más humana sobre todo, mis manos sostenían paciente- mente la caña, resistiendo'á las sacudidas de la mojirra que «picaba», mis ojos miraban los arabescos que sus movimientos dibuja- bauen el agua, Allí he aprendido. .

—¿Necesitabausted todavía ir 4 la escue- la? la interrumpió.

=Sí, «viejo tío». En esa escuela solitaria he aprendido muchas cosas que ignoraba. iy que hubiera deseado ignorar siemprel— dijo con una voz profunda, anunciadora de