Página:ECH 2838 30 - Demócrata Cristiano, Partido.djvu/3

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En Octubre de 1935, la Falange Conservadora, realizó una Convención, en la cual la juventud tuvo una actuación destacada. Sus oradores, entre los cuales se destacaron Bernardo Leighton, Ricardo Boizard, Radomiro Tomic, tuvieron conceptos de avanzado contenido que pusieron ya una nota de alarma en el seno del Partido.

La actitud de este núcleo es cada vez más independiente y, si sequiere, rebelde. En lo Convención de 1935 se estableció un articulo reglamentario en virtud del cual no era necesario ser miembro del Partido Conservador para ingresar a la Juventud. Su nombre mismo va experimentando modificaciones insensiblemente: de Juventud Conservadora paso a llamarse Falange Conservadora; y luego "Falange Nacional" ya sin el distintivo del Partido. El periódico Lircay no siempre sigue la línea conservadora y a veces coloca sus puntos de vista en abierta contradicción con los de la directiva del Partido. Las expresiones de sus dirigentes son cada vez más independientes: "Estamos en el Partido Conservador persiguiendo su transformación"….. "La Juventud Conservadora no se confunde con el Partido Conservador"... "Si viéramos que el Partido Conservador fuera un obstáculo para la integridad de nuestro ideal, en ese mismo instante abandonaríamos sus filas"....."La Juventud Conservadora ha nacido en el Partido Conservador, lo que no es lo mismo que obedecerle". Todo este lenguaje va, naturalmente, generando cada vez más la resistencia de los círculos tradicionales.

Doctrinariamente, este núcleo continuaba sosteniendo el cristianismo social. "Ni liberalismo ni socialismo, ni fascismo ni comunismo. Todos estos son sistemas que arrancan de principios falsos. Queremos un estado cristiano y nacional en el que se hallará la solución de justicia que Chile necesita".

Por aquellos mismos años, la Falange Conservadora organizó cuerpos militarizados, que tenían por objetivo esencial defenderse y chocar con las huestes nazistas, que desarrollaba un bulliciosa campaña por todo el país. Esta circunstancia, unida al nombre de falange, que bacía recordar a la Falange española, hizo pensar que este movimiento juvenil pudiera tener finalidades fascistas; pero sus dirigentes se encargaron de desmentirlo y aclararlo. "En un comienzo, dice Alejandro Silva Bascuñán, la Falange Española se presentaba a los observadores chilenos como una reacción muy natural ante los desaciertos, debilidades, anarquía y hasta crímenes republicanos, puramente impregnada de la filosofía católica y libre del todo