Este ejemplo demuestra también que los machis exigen un buen pago por sus servicios.
La destrucción del huecufü se relata en la siguiente canción:
"Corramos, pues, una carrera",
Había dicho al huecufü.
Corrimos, y la gané.
Ahora a saltos vienes a la superficie del cuerpo,
Ahora podré quemarte en el fuego,
Ahora serás consumido por él,
Ahora ya no dañarás al enfermo:
Yo he sabido dominarte a tí.
Te he dominado por completo,
Y tendrás que retirarte otra vez
A tu cueva en el interior de la tierra.
Terminó ahora el conjuro que te hice
Y te has disuelto en nada más que humo,
Huecufü que eres.
Terminó mi labor de conjuro.
En las canciones aparecen las vinculaciones con la religión, aludiéndose a Nguenechen en su aspecto masculino y femenino, y se alude a un caballo y a un cuchillo pillañ, destinados a prestar ayuda al enfermo, como si se los mandara para ese fin el Ser Supremo. El machi consuela al enfermo y le dá confianza con estas palabras:
Aúnque ya hubieses contemplado tu tumba,
Cobrarás nuevo aliento, capitán de mocetones.