le indicó que se echara al agua, que él tomaría con el pico el borde de su vestido y que impulsaría su nadar, volando encima de ella.
Así lo hicieron, y luego llegaron a la islita, donde dormía el rey-pez. Se le acercó sigilosamente, pero en el momento en que quiso clavarle el cuchillo, aquel despertó y se la tragó de inmediato.
Pero como tenía el cuchillo firmemente asido en la mano, le pudo abrir con él el vientre y salir de él, escapando con ella con muchos otros que también habían sido tragados. Entre ellos estaban su hermano y otro joven muy bello, pero todos parecían muertos.
Le dió entonces rabia contra la maldad del gran pez. Extrajo de él su corazón y le dio un mordisco. Brotó la sangre, que se derramó sobre los cuerpos de su hermano y del joven: de inmediato resucitaron, se levantaron y la abrazaron.
El pájaro grande se precipitó sobre el corazón que la indiecita había tirado al suelo, y se lo tragó; de inmediato