la preminencia de la zamacueca ("cueca", "zamba clueca"), hay que recordar sus variante: "cueca de capote", "cueca chilota", "cueca del minero" y "cueca chora", variedades que afectan tanto a la letra como a la coreografía y el texto musical, con tendencias disgregar el esquema típico ya reseñado.
Figuran también como transformaciones de la danza madre (la zamba) otros bailes cantados como la zamba resbalosa ("refalosa") y la zamba ballico. Ocupa aquella un puesto subsidiario al de la cueca. Se conservan sus letras, tan típicas como eminentemente peruana y de la misma índole y carácter de las que se usan en la "sajuriana"; aunque esta última se ha disgregado en varias otras especies folklóricas, en especial aquellas que prefieren los mineros. Tanto la refalosa como la sajuriana cayeron en desuso a fines de la pasada centuria, cediendo el paso a la zamacueca. Las correspondientes coreografías difieren muchas veces de la fórmula danzante que explicaran los memorialistas, pero felizmente se ha podido conservar el ritmo zapateado. Ambas especies congenian con la forma bipartida ensalzada en el estro chileno por la "tonada", imponiendo una estrofa lenta y algo nostálgica seguida de un refrán en paso y ritmo vivo y zapateado.
En 1900 figuraban en los programas caseros, además de la cueca, la refalosa y la sajuriana otros bailes de poco arraigo como la "paloma", el "calladito", la "porteña", el "sombrerito", la "Patria", el "patito", el "costillar" y la "pollita", casi todos estructurados en la forma bipartida. Aunque regionalmente también persistieron el "chapecao" en tierras sureñas y el "sandovalito" en las norteñas.
La decadencia de tantas especies folklóricas surge como un hecho inexplicable; pero, en algo comprensible con el auge de la zamacueca. Esta compleja danza cantada ha generado en otros países (California, México, Centro América, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina) las más diversas especies; o, mejor dicho, se ha transformado en condiciones similares a su propia generación, al emigrar de la Lima republicana.
En ningún caso el repertorio típico de la coreografía chilena puede equipararse al de los países limítrofes, en orden a la poca conservación de sus aires. Tampoco se consultan adaptaciones como el vals peruano, la ranchera argentina y la polca paraguaya. En cambio los propios y ajenos repertorios estuvieron almacenados varios siglos en la Isla de Chiloé, pero de ahí desaparecieron sin dejar rastros ni derivaciones.
Reponiendo