los franceses.
De nuevo se nacionalizan las minutas al tener que referirse al chilenísimo guisado de gran aparato, imprecisamente conocido con el nombre de "pastel de choclos", apenas asimilable a la empanada gallega (servida en una gran fuente y cortada en porciones radiales). El plato chileno se presenta en amplia fuente de arcilla (azafate) o distribuido en pequeños lebrillos. Su contenido queda oculto por una gruesa costra, dorada al horno, de choclo puro y molido y azúcar, ocultando el picadillo de diversas carnes, cebolla, choclo picado, aceitunas, pasas, huevos duros en torrejas, etc. En su típico matiz de "dulce y de grasa" puede asimilarse este recio manjar a la variedad de las empanadas chilenas de los más opuestos sabores y proporciones. Constituyen un verdadero ciclo culinario, del cual hay que destacar aquellas que parecen fraccionar