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número optativo de días lunes, si se procura trabajo remunerado, y de igual cantidad de viernes, para combatir la mala salud; en los tres casos, en forma absolutamente ininterrumpida, recomendándose la madrugada o el anochecer para quemar sobre brasas de carbón, en un recipiente cualquiera, pequeñas porciones de incienso blanco, negro y de mirra, en partes iguales. Para el último de los propósitos aludidos es particularmente eficaz agregar a la petición de la gracia, algunas oraciones comunes del catolicismo, como ya se dijera, y caminar varias veces en cruz por encima del tiesto en que se prepara el sahumerio.

Su principal aplicación en el terreno zoológico recae en caballos aquejados de afecciones bronquiales, producidas por enfriamientos al ser desensillados con el lomo caliente, o por beber agua estando sudados, después de una intensa actividad; afecciones cuyos síntomas se evidencian en una tos seca y persistente y en un constante fluir de líquido por la nariz. El sahumerio indicado para esta situación se compone de excrementos de vacuno, un par de nidos de aves menudas y una rama verde de canelo - probable influjo mágico de los aborígenes mapuches - encendidos en el interior de un balde u objeto similar. El animal se pone bajo techo y se le tapa con sacos la cabeza y el lomo, tratando que penetre el denso humo así conseguido, por sus fosas nasales. La firme creencia en este procedimiento pone el resto del buen resultado y la mejoría es cuestión de poco tiempo, en la que, incuestionablemente, intervienen factores terapéuticos empíricos, encubiertos por la atmósfera supersticiosa, necesarios de ser investigados por la Medicina Veterinaria, que posiblemente pudiera hacer partir este estudio histórico de las ceremonias litúrgicas funerarias y de los actos religiosos para aliviar a los enfermos, en la época del descubrimiento y conquista del Reino de Chile.

La fácil penetrabilidad de la superstición en el espíritu humano, a través del tiempo y del espacio, explica, en gran medida, la vigencia de numerosas especies en nuestro país, sin que sea posible, como en otros fenómenos folklóricos, conferirle a los centros rurales el predominio de su cultivo, por cuanto en núcleos urbanos y suburbanos es asimismo notable su presencia, fomentada por los consejos de los ya citados meicos (V.), que allí instalan de preferencia sus consultorios.

Si exceptuamos las valiosas indagaciones del folklorista Oreste Plath, concernientes a las supersticiones chilenas que influyen en la medicina casera, se comprobará una débil aplicación del fenómeno folklórico descrito, en los trabajos antropológicos nacionales, cuyas disciplinas sociológicas, sicológicas, y, últimamente, parasicológicas, podrían aprovechar ventajosamente los fundamentos y objetivos de estas creencias, no sólo con intenciones científicas puras, sino que también con propósitos didácticos que permitiesen una mejor orientación al progreso de nuestras tendencias culturales. Al respecto, conviene recordar