do de Diderot, que quien le conocía por sus obras le conocía sólo a medias, pues cuando se animaba en la conversación era único y arrebataba a todos.
Si consigo que en estas Conversaciones se re- fleje algo de aquellos momentos dichosos, habrá contribuído a ello, en este tomo, el que en él apa- rece una doble impresión de la personalidad de Goethe: la producida en mí y la producida sobre otro de sus amigos jóvenes.
El señor Soret, de Ginebra, republicano, llamado a Weimar en 1822 para dirigir la educación de su alteza el gran duque heredero, había vivido en íntima relación con Goethe desde aquella fecha hasta la muerte de éste. Era un comensal fre- cuente en la mesa de Goethe, y asistía también a menudo, de noche, a sus reuniones, donde se le veía con placer. Además, sus conocimientos de cien- cias naturales servían de punto de relación entre él y Goethe. Como mineralogista profundo, ordenó los cristales de Goethe, y sus conocimientos de Botánica le permitieron traducir al francés la Metamorfosis de las plantas, dándole así a esta importante obra un campo de acción más vasto. Su posición en la corte le ponía también frecuen- temente en contacto con Goethe, unas veces por- que acompañaba al príncipe a verlo, otras porque los encargos de su alteza real el gran duque o de su alteza imperial la gran duquesa le obliga- ban a visitar a Goethe.
De estas entrevistas tomaba nota frecuentemen- te Soret en su diario, y hace unos años tuvo la Bees Quote España