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Página:El Anacronópete - Viaje á China-Metempsícosis (1887).pdf/377

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la metempsícosis

los fugitivos midió el suelo, habló así á su pupilo:

—Tu conducta es salvaje, León. El que hace daño á los animales está en camino de hacérselo á los hombres. Además, si tú no fueses un ignorantón, sabrías que los egipcios creían en la metempsícosis ó transmigración de las almas, por la cual el hombre que no había cumplido con todos sus deberes morales y sociales, en vida, pasaba al morir á la condición de bruto ó bestia inmunda. Esta creencia, más generalizada de lo que algunos suponen, la profesan también los chinos, quienes consideran como un dón celeste el transmigrar á un cerdo, porque de ese modo sólo ha de durar un año la esclavitud de su espíritu en una envoltura irracional. Ahora bien; ¿quién te asegura que semejante castigo no es una de las manifestaciones de nuestras penas eternas? ¿Por qué no ha de formar parte eso del infierno ó del purgatorio de los creyentes? Y si es así ¿quién te dice que al martirizar á un pobre bruto no estás lastimando á un amigo, á un pariente, acaso á los mismos que te dieron el sér?

Yo no sé el efecto que esta homilia produjo en el ánimo del adolescente; pero lo que sí puedo atestiguar es, que algunos días más tarde, la Maritornes volvió de la plazuela trayendo una marranilla de leche que su padre (el de la criada, no el de la lechona) remitía á don Abundio, por vía de regalo, con el ordinario de su pueblo; y que León, aprovechando un descuido, cargó con ella y la vendió al primer transeúnte para, con su producto, asistir á la corrida de toros. El ex-profesor de Historia, enfurecido ante la pérdida de aquel suculento manjar, raro en su mesa, repetía:

—¡Vender una marranilla de tres meses!

—Esos hace que lloramos á doña Remigia—contestó el pupilo.—¿Querría usted que me expusiera á comerme á mi madrastra?

....................

Y efectivamente, desde aquel día, empezó á dejar