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El Cardenal Cisneros


y procuraba sacar todo el partido posible de las circunstancias. Al fin, después de grandes dilaciones y no pequeños obstáculos, Roma concedió el año siguiente (1497) poder á Cisneros para que, en unión con el Obispo de Jaén y el Nuncio del Papa, procediera á ultimar este grave negocio. Todavía los Franciscanos encontraron medio de influir para retardar esta ultimación, pues consiguieron que se prohibiese á los Obispos comisionados delegar sus facultades, obligándoles á evacuar directa y personalmente su comisión, que era tanto como hacerla eterna, pero Cisneros desplegó tal habilidad, que consiguió del Papa la revocación de aquella cláusula, después de lo cual Cisneros no encontró ya obstáculos ni resistencia en parte alguna.

Asi se llevó á cabo la reforma de los Franciscanos y se consiguió el enaltenimiento y purificación de las Ordenes monásticas, gloria del reinado de Isabel la Católica que en todas las esferas de la España de entonces, quería introducir sus costumbres irreprochables y puras, gloria también del gran Cisneros, á cuyo celo, á cuya constancia, á cuya firmeza se debe que tan bellos y saludables propósitos no vinieran á esterilizarse ante la cruzada insidiosa, infatigable y pérfida de los viciosos y disolutos que se consideraban perjudicados.


XVI.

Cuando un poder toma el camino recto en una ocasión dada, es raro que quiera limitar las consecuencias de sus medidas, antes bien, empujado por la lógica de los hechos que va consumando tanto como por la de las ideas en que se inspira, tiende á generalizarlas y extenderlas, buscando, por decirlo así, el equilibrio y el nivel en todas las esferas. El orden introducido en los conventos, el orden introducido en el cabildo catedral de Toledo, llegó también á las iglesias exentas, que apoyadas en privilegios conseguidos de la Santa Sede, se sustraían á la jurisdicción del Arzobispo, de modo que, dependiendo directamente del Papa y estando este tan lejos para poner remedio á los males y abusos que en ellas se advertían, se originaban constantemente disputas, conflictos y rebeldías, que causaban grande escándalo en la Diócesis y minaban la autoridad del Prelado. Cisneros, con singular reserva y hábil diplomacia, procuró conseguir la revocación de todos estos