Página:El Cardenal Cisneros (06).djvu/3

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poner ninguna armada en el mar, y para esto yo les respondo lo que conviene responderles, y antes el año pasado todos heran de parecer que para África no convenia ir en los meses de calor, antes era mejor tiempo este, y lo de Mazalquivir en este tiempo se hizo, y de Velez de Gomera cada dia venjan con sus varcas en mitad de ynvierno.»

En 10 de Setiembre, en carta que dirige al mismo López de Ayala, se queja ya directamente de Pedro Navarro, porque queria aplazar la expedición, «y no puedo creer —escribe pensando piadosamente— syno que al Conde algunas personas le han engañado y aconsejado esto.»

Pocos dias después sospecha ya que con los recursos allegados por él tan trabajosamente, queria el Conde Pedro Navarro atacar por su cuenta á One, pueblo del interior, algo distante de Orán, y dice de Vilalobos que «gasta y emplea la mayor parte de los bastimentos para otros ardides y cosas en que el Conde Pedro Navarro entiende particularmente.»

En 26 de Setiembre se queja asimismo del Rey, que pone también entorpecimientos, escribiendo á su amigo el Canónigo en estos términos: «y en esto que su alteza dice del jnconveniente que ay de que esta guerra agora se comenzase, a causa que los navios no podrian yr ni venir con provisiones para el exército, ansi es como su alteza lo dice; pero yo he acordado para esto que, allende los bastimentos que están hechos, de llevar mas bastimentos, que haya para tres meses y mas.» En esta misma carta pide á su amigo que lea y recuerde al Rey que queria llevar los bastimentos á Mers-el-Kebir y no á Cartagena, como demandaba el Cardenal, el artículo de la capitulación concertada entre los dos, que decia asi: «Iten que yo mandaré poner todos los bastimentos y provisiones que fuera menester para la armada en el puerto donde se oviese de embarcar la dicha armada, al tiempo que yo e vos el dicho Cardenal concertamos y acordamos,» en cuya virtud Cisneros pedia que se llevasen á Cartagena. Mucho se lamentaba de ello el ilustre Cardenal, y con razón decia que se le quebrantaba la capitulación, y que fuera gran liviandad ir él con la armada, y «que otro toviese en su poder los bastimentos y el artillería.»

Don Fernando hasta entónces obraba de una manera encubierta, y el desconsuelo de Cisneros llegó á su colmo cuando supo que el Rey aplazaba resueltamente la expedición. Nada pinta mejor el