Página:El Cardenal Cisneros (06).djvu/8

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apoyándose en la sección de caballería desembarcada. En el momento de empezar el combate se presentó al ejército Cisneros, vestido de Pontifical, montado sobre una mula y seguido de multitud de sacerdotes y religiosos, á quienes habia mandado tomar las armas, precediendo á éstos un verdadero gigante, Fr. Fernando, de la Orden de San Francisco, montado sobre un caballo blanco y que llevaba como estandarte la cruz arcbiepiscopal. Indecible entusiasmo produjo en el ejército la presencia de tan ilustre anciano, achacoso, ya en los últimos dias de su existencia, pero á quien su fe y su patriotismo daban aliento y vigor para todo, y aquel no tuvo limites cuando Cisneros, colocándose sobre una pequeña eminencia, dirigió la palabra á los soldados en los siguientes términos:

Si los brabos corazones, como los vuestros, tuviesen necesidad de ser animados con discursos, y por personas de profesión militar, yo no emprenderia el hablaros, que ni tengo elocuencia, ni experiencia en este empleo de armas; yo dejaria este cuidado á cada uno de estos valerosos Capitanes, que cada dia os han exortado á vencer, y que han acostumbrado á combatir con vosotros; pero en una expedición, en que se trata de la salud del Estado, y la causa de Dios, yo creo que vosotros me escuchareis, y he querido en el punto del combate, ser aqui testigo de vuestra resolución, y vuestro valor. Mucho tiempo ha que os estavais quejando de que los Moros saqueaban, y robaban vuestras Costas, y se llevavan vuestros hijos á la esclavitud, que deshonraban vuestras hijas, y vuestras mugeres, y que todos estábamos en peligro de ser sus Esclavos. Vosotros deseabais que se os condujese á estas Riberas para vengar tantas pérdidas, y tantas afrentas: yo lo he pedido d Dios muchas veces en nombre de toda España, y en fin, he resuelto juntar gentes escogidas, tales como lo sois vosotros. Las madres de Familia que nos han visto pasar por los Lugares, han hecho voto por nuestra buelta dichosa; esperan vernos victoriosos, y creen ya que nosotros romperemos los calabozos: que pondremos en libertad á sus hijos, que los esperan para abrazarlos; vosotros habéis deseado este dia, veis aqui esta Barbara secta, mirad delante de vuestros ojos a los enemigos que aun os están insultando sedientos de vuestra sangre; que esta vista excite nuestro valor y haced ver d todo el Universo que solo os ha faltado hasta aqui ocasion de señalaros en esta Guerra; yo quiero exponerme el primero