Página:El Cardenal Cisneros (07).djvu/6

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida

últimos no debían tomar parte en la enseñanza, sino consagrarse exclusivamente al culto divino y al ejercicio de la caridad. A más de esto se constituyeron dos casas de pensión, la de San Eugenio y la de San Isidoro, en donde se costeaba la educación de cuarenta y dos discípulos necesitados. Aun se constituyeron dos nuevos colegios, el de Santa Balbina y el de Santa Catalina, aquel en donde se estudiaban dos años de dialéctica, y éste, en donde se aprendían, durante el mismo tiempo, la física y la metafísica. Cuarenta y ocho eran los estudiantes que cada uno de estos colegios podian tener, y asistían todos á las lecciones de filosofía de la Universidad, tomando parte cada catorce dias en conferencias públicas, que eran una verdadera gimnasia del entendimiento. Todavía hubo más establecimientos de enseñanza, pues en honor de los Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo, fundó un instituto que se llamó el Pequeño Colegio, en donde trece franciscanos se dedicaban al estudio, establecimiento que produjo en el porvenir frailes muy distinguidos de esta orden [1]. Fáltanos consignar el colegio de San Jerónimo, en donde aprendían tres idiomas hasta treinta discípulos, diez el latin, diez el hebreo y otros diez el griego, y añadir que el Hospital de la Madre de Dios, cuando se construyó otro de más vastas proporciones, fué también consagrado á la enseñanza gratuita de veinte y cuatro pobres, diez y ocho que sé dedicaban á la teología y seis á la medicina.

Así, pues, Alcalá vino á ser como un santuario de la ciencia. Nueve colegios habia agregados al de San Ildefonso, con su hospital, sus bibliotecas, sus capillas, sus refectorios, y todo construido con desahogo, con gran solidez, hasta con magnificencia. Los viejos edificios vinieron abajo, las calles se empedraron, se hicieron corrientes las aguas estancadas, y en pocos años vino á ser grande, rica é ilustre una población antes inculta y abandonada. Por esto no extrañamos que los contemporáneos de nuestro Cardenal digeran de él con equívoco feliz, atendiendo á su noble afán de

  1. Conozco un libro impreso en Madrid el siglo pasado, de Fray Aniceto Alcolea, que contiene una corta biografía de Cisneros y una larga lista de los padres franciscanos que se educaron en el Pequeño Colegio y más se distinguieron en el mundo, llegando á Generales de la Orden, á Provinciales y aun á Obispos.