Página:El Cardenal Cisneros (10).djvu/14

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gentes, siempre dispuestas para el saqueo, difíciles de manejar, y sin los grandes estímulos que honran y hacen valerosos á los soldados. Imaginó, pues, otra manera de constituir y alimentar el ejército, interesando al pueblo con franquicias que se le otorgaban para que de buena gana concediese sus hijos, ó más bien para que éstos, léjos de mostrar repugnancia, se ofreciesen voluntariamente á prestar un servicio que llaman algunos contribución de sangre para hacerle odioso, y Cisneros consideraba ya en su tiempo servicio de honor á favor de la pátria.

Los nuevos soldados sólo se dedicarían al ejercicio de las armas los dias festivos, y únicamente saldrían de sus pueblos en casos extraordinarios, cuando el honor de la patria ó la defensa del órden público lo reclamase. Así no se arrancaban brazos á la produccion nacional, de modo que si por un lado permanecían ordinariamente en sus hogares siendo útiles á las industrias y á la agricultura, por otro no eran gravosos á la Hacienda del Rey, puesto que ésta no pagaba en estado normal más que los Oficiales y las bandas de música, es decir, los cuadros. Esto era establecer una especie de Landnehr permanente, ó lo que es lo mismo, anticiparse hace tres siglos al sistema de uno de los primeros pueblos militares del mundo, sistema que es la admiración de toda Europa y que todavía ningún otro pueblo ha acertado á imitar.

Cisneros comisionó á Lopez de Áyala para que este pensamiento obtuviese la aprobación de Flándes; pero temiendo á la dilación, después de consultarlo con el Consejo y con los Oficiales más entendidos de su época, lo puso en planta desde luego. Los pregones que se hicieron concedían gracias y privilegios á los vecinos que se alistasen como soldados, privilegios que favorecían al pueblo contra la nobleza, y que tendían á convertir en una misma la causa de aquel y la causa del Monarca; de modo que esta medida era recibida en toda Castilla con grande aplauso, si bien los Grandes, contra cuyas maquinaciones se preparaba Cisneros con este ejército, escribían á Flándes sentidísimas quejas, y gritaban á toda hora por España: ¿Qué especie de ejército es éste? ¿Qué nueva invención de levantar tropas? ¿El Cardenal lleva en molestia el tenernos en paz? ¿Después de su conquista de África, no puede pasar sin hacer guerra? ¿No le faltaba á la gloria de su Gobierno, sino armar los plebeyos contra la nobleza?

Temíase en la Corte de Flándes toda novedad que se introdujese