Página:El Cardenal Cisneros (10).djvu/15

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en España, creyendo que los Reinos iban á arder en contra del Príncipe, y al principio allí no se vio con gusto la idea del Cardenal, mucho más, cuando movidos secretamente por el Arzobispo de Granada, enemigo de Cisneros, por el Condestable de Castilla, por el Conde de Benavente y por el Obispo Osorio, preceptor del Príncipe Fernando, se alborotaron algunas gentes en Valladolid, y siguieron después Burgos, León, Medina del Campo y otras villas. Cisneros hizo avanzar sobre los puntos del movimiento alguna caballería que le sobraba en Navarra, y escribió á Lopez de Ayala para convencer al Rey respecto á la necesidad y conveniencia de aprobar su medida, y de amonestar severamente á las ciudades rebeldes. Aun antes de que pudieran ser conocidas en Flándes estas últimas instrucciones del Cardenal, llegó á España la aprobación del Rey, la cual, por los términos en que está concebida, más que á la convicción parece arrancada á la necesidad, puesto que D. Cárlos dice, que aunque está en que se haga la menor novedad que se pudiere hacer, consiente en que haga Cisneros lo que mejor le pareciere a la buena administración de justicia y pacificacion del Reyno [1].

Empero las noticias de las rebeldías de Castilla determinaron al Rey á ayudar enérgicamente á Cisneros, y declaró, en efecto, reos de lesa majestad á todos los que con las armas en la mano se le opusieran, pertenecieran á esta ó á la otra clase. Las ciudades rebeldes entraron en obedencia, el Condestable de Castilla se declaró de nuevo amigo del Cardenal, y poco tardó en manifestar al Rey D. Cárlos, por medio de Lopez de Ayala, que nunca se habia conocido en España una paz más profunda.

Así, en el mes de Setiembre podia decir Cisneros á su Soberano que tenia formado un ejército permanente de treinta mil hombres, sin que le costase nada, aparte de las antiguas fuerzas de caballería que formaban los gentiles-hombres y de los acostamientos; ejército de ciudadanos, limpio de gente vagabunda y ladrona, más inclinada al merodeo y á las rebeldías, que no á la constancia, sufrimiento, disciplina y heroísmo de los verdaderos soldados.

No se limitó Cisneros á atender á las necesidades del ejército de tierra, sino que quiso dotar á España de una escuadra poderosa, en relación con su importancia marítima, convencido como estaba

  1. Archivo de Simancas. — Estado. — Leg. 3, f. 352.