se sobrepuso fácilmente á Adriano, quien se satisfizo con mucho gusto con la propuesta del Cardenal de compartir con él la autoridad de la Regencia hasta que vinieran instrucciones de Flándes. Adriano se distinguía por su ilustración y su bondad como el Arzobispo Talavera, de que hemos hablado alguna vez en estas páginas; pero carecía, como él, de aquella fortaleza de ánimo, de aquella energía de carácter que impone su opinión en los casos dudosos, que corta los nudos políticos que no puede desatar, y resuelve, domina y avasalla todas las cobardías é indecisiones que encuentra en su camino.
Este acomodamiento no ofendía á Adriano, al cual otorgaba gran honra, pero dejaba integro el poder en manos de Cisneros. Asi es que éste procedió con gran resolución, como si el Archiduque D. Cárlos le hubiese ya confirmado su autoridad. Lo primero que hizo fué pensar en trasladar el Gobierno á un punto céntrico, desde el que fuera fácil atender por igual alli donde hubiere necesidad. Querían algunos Grandes que Cisneros se trasladase hacia la frontera de Francia para tener más rápidamente noticias de Flándes y observar los movimientos de los Franceses de más cerca en circunstancias tan azarosas; pero Cisneros eligió á Madrid, que viene á estar á igual distancia de todos los extremos de la Península, y que desde entonces vino iniciada como capital de estos reinos. Activo y enérgico á un tiempo mismo, Cisneros no se descuidó en enviar agentes á todas partes para precaver cualquiera novedad. Los envió alas principales ciudades del reino, cerca del Archiduque Don Cárlos, para saber lo que pensaba la Corte de Flándes; cerca de los Grandes más influyentes de España, para estar al corriente de lo que maquinaban. Asi es que, cuando D. Pedro Protocarrero, hermano del Duque de Escalona, quiso congregar á los principales Comendadores de Santiago para hacerse elegir Gran Maestre de esta Orden, con arreglo á las Bulas que secretamente habia alcanzado del Papa León X, cuando murió el Gran Capitán, qué también en vano las habia obtenido de su antecesor Julio II, pues nunca el Rey consintió en investirle de tan gran dignidad, á pesar de todos sus merecimientos, el Cardenal Cisneros hizo abortar aquel complot con facilidad suma. Protocarrero andaba buscando arrimos en mucha parte de la nobleza y en bastantes villas para sostener la elección que proyectaba hacer secretamente en Compostela; pero bastó á disiparlo todo la simple comisión que dió Cisneros