Página:El Gíbaro.djvu/163

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
155

este al término de su lectura, tomó algunas notas, guardó los papeles que tenia en la mano dentro de un cajon, y se dirigió al anciano, que dándole una palmadita en el hombro le dijo:

—Vamos, hijo: has empezado hoy á trabajar á las cinco de la mañana, y concluyes á las ocho de la noche sin haber tenido apenas tiempo de comer: eso es demasiado.

—Tanto mejor, así descanso ahora con mas gusto: ¡si supiera V. el negocio que hemos hecho hoy! ¿A qué no acierta V. cuanto nos vale?

—¡Que sé yo, hijo mio! ya no me atrevo á echar cálculos de esta clase, desde que me pasó aquel chasco cuando quise pronosticar lo que nos valdria el negocio de la casa de Hamburgo.

—Efectivamente, no se equivocó V. mucho.

—No ¡friolera!, contestó el anciano riendo, dije que ganaríamos seiscientos pesos, y ganamos, segun me habias asegurado antes, once mil; pero dejémonos de cálculos, que bastantes tienes tú que hacer cada dia, y hablemos de otra cosa. ¿Ha venido el Sr. cura? porque yo he pasado toda la tarde fuera cumpliendo con la obligacion de pasearme que tú me has impuesto.

—No señor, no ha venido: y á propósito de obligaciones, ¿sabe V., señor desobediente, que tengo que echarle un regaño? ¿Cómo es que ayer se me fué V. al desembarcadero?

—Hombre, eso es muy sencillo; habia que llevar un recado á los que descargaban la fragata, y los dependientes estaban todos ocupados; con