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Poco importa al país que la casa corra bajo tal ó cual razon social, que la hacienda se llame con este ó el otro nombre; el resultado es que el propietario aquel deja un nuevo núcleo de riqueza que ya no se mueve de la Isla; á cada uno que sale de este modo, en vez de tildarle, débesele estar muy agradecido.

Cierto es que hay algunos, por dicha nuestra muy pocos, á quienes puede llamarse ingratos; pero á estos puede oponerse otro número, tambien afortunadamente muy escaso, de hombres que en nada estiman el adelanto y prosperidad de su patria, puesto que nada es para ellos el aumento de poblacion y riqueza.

Concluyo pues diciendo: que para hablar de un país es necesario antes conocerle y estudiarle mucho; que se debe apreciar y proteger en gran manera á los forasteros para que nunca puedan quejarse con justicia; que siempre es arriesgado el oficio de censor, y que nada prueba tanto los buenos sentimientos y la educacion esmerada como el juzgar de los demás con benevolencia.

Salimos del café y nos despedimos: luego que yo estuve solo me pregunté á mí mismo: ¿habrá aprovechado la lección al paisanito? No lo sé: y puede que de nada valga, porque una mala costumbre no se quita con un sermon: y entonces volví á preguntarme: ¿Y podrá aplicarse á alguno en mi país?... ¡Ojalá!..ojalá! mil veces que no.