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Página:El Gaucho Martín Fierro.djvu/10

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IV — Advertencia editorial.

constituido la lectura favorita del hogar, de la pulpería, del soldado y de todos los que tenían á la mano un ejemplar de Martin Fierro.

Más aún: en algunos lugares de reunión, se creó el tipo del lector, en torno del cual se congregaban gentes de ambos sexos, para escuchar con oido atento esa genuina relación de la vida gauchesca.

Por todo esto, creemos, pues, en el éxito constante y fecundo de las sucesivas ediciones de Martin Fierro, porque apartándose completamente de la tradición literaria que dejaron Ascasubi y Del Campo, siguió solo nociones propias, vías mas rectas é inspiraciones que tenían su base en el sentimiento popular. La musa de Martin Fierro no ha sido vengadora, ni se ha preocupado solamente del prestijio urbano, á costa de la semplicidad de nuestros compatriotas de chiripá y bola de potro.



Careciendo de espacio suficiente para recapitular hoy cuanto se ha dicho acerca de la presente obra y del autor, debemos limitarnos á hacer una breve mención de los juicios emitidos últimamente, felicitándonos, en nuestra condición de Editores, de poder inscribir en estas pájinas preliminares, nombres que son un timbre de la inteligencia argentina.

El señor don José Manuel Estrada, en un brillante estudio que hace del pueblo argentino, bajo el título de «Defectos de la vida social» en las pájinas de la Revista Argentina, dedica al Sr. Hernández las líneas que vamos á copiar; sin embargo de que diferimos respecto al cargo, comparativamente de incorrecto, que formula contra nuestro poeta.

Dice así aquel distinguido escritor:

«No es de maravillarse. Ni Hidalgo, ni Ascasubi, ni mucho ménos Del Campo, han llegado, entre nuestros poetas populares y gauchescos, á la altura filosófica en que toca el versificador mas incorrecto de todos, D. José Hernández. — Martin Fierro es el tipo culminante del gaucho, es decir, el producto mas completo de una sociabilidad injusta, operando sobre una naturaleza ingénitamente poderosa y activa. Pero precisamente por ser extraordinario como la poesía lo requiere, no puede guiarnos en los estudios sociales sino subjetiva y elementalmente.»

Sin pretender iniciar disputa alguna, sobre las razones que tenga el Sr. Estrada, para encontrar solo gran altura filosófica y poca corrección (literariamente hablando) en la obra de que nos venimos ocupando, séanos permitido recordarle que la obra del Sr. Hernández, es la pintura al natural de cierta comunión social, no bien estudiada todavía, que vive, siente y se expresa en un lenguaje peculiar, en el cual no deben prevalecer ciertamente las reglas gramaticales, sino el pensamiento que la anima. En nuestra humilde opinión, mucho perdería en esie caso la personalidad del gaucho, si las filosóficas inspiraciones del autor de Martin Fierro, hubieran tenido que ajustarse á los preceptos de Bello de Salva y de la Academia. No; el estilo original que campea en esa obra, es el que se ha debido emplear, para que así pueda revelarse toda entera, intus et in ente, la gráfica figura del gaucho cisplatino.

El Dr. D. Nicolás Avellaneda, acreditando siempre sus inclinaciones y sus altas dotes literarias, encontró también oportunidad de manifestar las impresiones que dejara en su espíritu Martin Fierro, y en una carta literaria que vio la luz pública, dice así á su interlocutor:

«Siga escribiendo, soltando con espontaneidad su vena, matizando la observación propia, ingenuamente reproducida con recuerdos comunes á todos, y no tendrá pronto en cuanto á la difusión de su palabra escrita, sino un rival, tal vez invencible: Martin Fierro.

En lo que toca á este, es casi imposible alcanzarle. Uno de mis clientes, almacenero, por mayor, me mostraba ayer en sus libros los encargos de los pulperos de la campaña: — «12 gruesas de fósforos — Una barrica de cerveza — 12 Vueltas de Martin Fierro — 100 cajas de sardinas»

Pero nada se hace sin trabajo, y se lo digo por vía de ejemplo, aunque se trate de los escritos mas espontáneos y populares.

La difícil facilidad de que todos hablan, debe encerrar una verdad constante y general, cuando tanto se ha vulgarizado, á pesar de ser esta frase extraída de un arte poético y de pertenecer á Boileau. Mas de un renombre de cabildo quedaría sorprendido si se dijera que hay á veces mayor estudio en una pájina de Martin Fierro, que en uno de sus alegatos forenses.