Y que Indios — ni qué servicio
Si allí no había cuartel —
Nos mandaba el Coronel
A trabajar en sus chacras,
Y dejábamos las vacas
Que las llevara el Infiel.
Yo primero sembré trigo
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial,
Hice un quincho, corté paja...
La pucha que se trabaja
Sin que le larguen ni un rial.
Y es lo pior de aquel enriedo
Que si uno anda hinchando el lomo
Se le apean como plomo...
¡Quién aguanta aquel infierno!
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Pero aun hay mas y es que ocupándolos en estos trabajos, ni los arman, ni los instruyen, ni los disciplinan, de modo que cuando los bárbaros llegan, se encuentran tan nulos y tan incapaces de medirse con ellos, como lo estaban, al dejar sus familias, lo cual esplica esas continuas y sangrientas derrotas.
¿Es digno de un pueblo culto, es honroso para un gobierno que se dice ilustrado, que esto suceda?
Y no hay que decir que el pueblo y el Gobierno lo ignoran, pues hasta los ciegos y sordos lo saben. ¿Por qué sucede, pues? porque el pueblo culto sumergido en la molicie y los goces, mira con apatía, con culpable indiferencia las lágrimas y los sufrimientos que corren y se padecen en lo que llaman fango de la sociedad; y á los que gobiernan, les es corto el tiempo para los exigencias de la fortuna y de la vanidad. ¡Los Presidentes, los Ministros, ocuparse de los dolores, de los infortunios de tales gentes! sería asqueroso; indigno de su carácter y de su ilustración!
Martin Fierro al contar sus desdichas, las tropelías é injusticias de que es víctima, y que lo arrojan á la vagancia y al crimen, cuenta las de toda su raza, y las cuenta de un modo que las hace ver y palpar.
Tuve en mi pago en un tiempo
Hijos, hacienda y mujer,
Pero empecé á padecer
Me echaron á la frontera,
Y qué iba á hallar al volver?
Tan solo hallé la tapera.
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¡Aparcero! si usté viera
Lo que se llama cantón...
Ni envidia tengo al ratón
En aquella ratonera —
De los pobres que allí había
A ninguno lo largaron,
Los mas viejos resongaron
Pero á uno que se quejó,
En seguida lo estaquiaron
Y la cosa se acabó.
En la lista de la tarde
El Gefe nos cantó el punto,
Diciendo: «quinientos juntos
«Llevará el que se resierte,
«Lo haremos pitar del juerte
«Mas bien dése por dijunto.
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Y qué Indios — ni qué servicio
Allí no había Cuartel —
Nos mandaba el Coronel
A trabajar en sus chacras,
Y dejábamos las vacas
Que las llevara el Infiel.
Yo primero sembré trigo
Y después hice un corral,
Corté adobe pa un tapial,
Hice un quincho, corté paja...
La pucha que se trabaja
Sin que le larguen ni un rial.
Y es lo pior de aquel enriedo
Que si uno anda hinchando el lomo
Se le apean como plomo...
¡Quién aguanta aquel infierno!
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Y andábamos de mugrientos
Que el mirarnos horror;
Les juro que era un dolor