Todas las horas tienen nombres pintorescos y evocadores; la hora del Conejo, del Dragón, del Gallo, del Jabalí.
Los japoneses siempre han tenido una gran admiración por la fuerza física. La ciencia de la lucha no ha sido adquirida sino á costa de grandes esfuerzos. Los maestros de armas eran viejos guerreros que no conocían la ternura y en la primera lección dejaban al novicio agotado, casi inerte. Al día siguiente comenzaba de nuevo, y, ayudado por el profesor, soportaba, pronto y sin esfuerzos, estos rudos ejercicios que hacían de él un luchador de mérito, igualmente insensible al cansancio y al dolor. Tal educación era preciosa en este pueblo belicoso, cuyo ejército, constituido con estas unidades, resultaba invencible. Los antiguos combates de atletas se conservan todavía en esta nación marcial, que no ha degenerado, como lo prueba la última guerra. Estos juegos se verifican en una especie de anfiteatro que se llama E-Ko-Ine y está situado en el recinto del templo del "Feliz Regreso" cerca del puente de las " Dos Comarcas."
La liza circular no está separada de la calle sino por esterillas suspendidas de unas estacas. Hay dos galerías de localidades á las que dan acceso escaleras que siempre están llenas de gente. Los pobres que no pueden aspirar á las tribunas, permanecen en pie,