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nos por la imposibilidad de obtener su interesantísimo indivíduo. ¿Puede un cazador tener ménos suerte, cuando su objeto casi único es adquirir aves? Entretanto un tábano se empeña en molestarnos, y Lynch que no deséa otra cosa que utilizar su Wiedemann, pronto remplaza con él la incomparable obra de Azara que, un momento antes, nos servía para clasificar el Batará. Volando sobre el juncal, una mariposa funeraria (Papilio Thoantiades) desplega el contraste de sus alas negras con manchas amarillas, mientras que una segunda, del mismo género (P. Perrhebus) ostenta entre las mallas de nuestra red las gotas de carmin con que adorna su negro ropage.

Este es el resultado de nuestra entrada en el Lujan. ¿Continuará asi? No es tal el deséo que nos aia.

No hay apuro. La corriente es débilmente contraria, y el remero no fatigará sus brazos. A las 5½ aparece la boca del Caraguatá Chico que corre oblícuamente hácia el Lujan, en el cual desagua. Es estrecho, apenas tiene cuatro varas de ancho en algunos puntos, mientras que en otros amenaza obstruirse. El junco lo invade, el camalote arraiga protejido, y los Eringios que extienden sus agudas hojas en abundante penacho, lastiman al pasar. En los bordes sombríos, delicadas Begonias de color débilmente rosado desplegan sus largos corazones irregulares, sobresaliendo entre los Helechos palmas (Pteris sp.) y el Calantrillo (Adianthum Capillus-veneris), y formando guirnaldas elegantes, entre los Ceibos, Sauces, Álamos, Durazneros y Juncos, se extienden los larguísimos vástagos delas Convolvuláceas entre las cuales se distingue la Dama de noche cuyo boton no despertará hasta despues de puesto el sol, cual si quisiera remplazarle con su cándida y vaporosa vestidura nupcial.

Otras enredaderas de diversas familias confunden allí sus tallos, lujosamente desarrollados por la abundancia de agua en un rico y fértil suelo, mientras que algunos vegetales de diferente carácter animan por la variedad el excenario de las orillas.

Tres cuadras adentro de la bosa del arroyo nos detenemos. La isla, perteneciente á personas de inmediato parentezco, se halla habitada por el mayordomo y su familia, de modo que podemos depositar en la casa nuestra carga, para internarnos con más facilidad en el Arroyo, gradualmente enangostado y algo obstruido por numerosos despojos flotantes.