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dir como se debe y como se puede el gusto por el estudio de las Ciencias Naturales, porque la iniciativa individual, por mas enérgica que ella sea, no puede luchar con la proteccion oficial, única que se halla en condiciones de favorecer los Museos, deduciéndose de aquí, que el de la Provincia, se organizará como lo he indicado, ó de una manera análoga, creyendo firmemente que si su porvenir no es sino la continuacion de su presente, mejor es que no exista.

Pero esta es una sombra que pasa, un mal soplo que se difunde. Si hoy no está organizado como he dicho, es porque materialmente no se puede,—el local es estrecho, tan estrecho que es necesario amontonar, lo repetiré, ciertos objetos que, como se comprende bien, deberian estar colocados á mayores distancias.

Hoy que se ha fundado el Museo Antropológico y Arqueológico, una vez que se instale, deben pasarse á él todos los objetos de Etnografía y Arqueología para que el que los contiene ahora sea realmente de Historia Natural, y no tenga su Director que dedicarles un tiempo reclamado urgentemente por otras piezas que, con relacion a él, son mas importantes.

La Botánica, descuidada hasta ahora, puede ser representada por ricos herbarios de nuestro fértil suelo, pues no es justo que sea solamente Museo de Zoología etc.

Lo importante, realmente, en el Museo de la Provincia, son las conferencias, y de tal modo lo creo, que mientras ello no sea así, continuará como hasta ahora.

«Nuestra sociedad», decía no ha mucho un inteligente Argentino, «gusta de que le dén las obras leídas, y por eso no falta al teatro dramático» y aunque ello sea algo exajerado, hay en el fondo una gran verdad. ¿Quién no conoce á Julio Verne? He oído su nombre en los dos ángulos opuestos de la República—hasta en las chozas de los pastores, y sinembargo no hace tanto tiempo que un librero se admiraba en Buenos Aires de haber vendido cuarenta ejemplares del Viaje a la Luna.—Entretanto, en la misma Universidad, un estudiante distinguido me preguntaba un dia si Burmeister era realmente un sábio.