Página:El Señor y lo demás son cuentos (1919).djvu/154

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
148
 

—Pero ¿y en concluyéndolos?

—Con un poco de agua y de aire, y de dos o tres cuerpos simples, que yo buscaré en lo más alto de algunas montañas poco habitadas, tendré lo suficiente para componer sustancia de la que hay en estos extractos.

—Pero eso es muy soso.

—Pero basta para no morirse.

—¿Y vamos a estar siempre en el aire?

—No sé hasta cuándo. Yo no bajo.

—¿De modo que yo no voy a ver el mundo entero? ¿No voy a apoderarme de todos los tesoros, de todos los museos, de todas las joyas, de todos los tronos de los grandes de la tierra? ¿De modo que en vano soy la mujer del Dictador in articulo mortis de la humanidad? ¿De modo que me has convertido en una pajarita... después de ofrecerme el imperio del mundo?...

—Yo no bajo.

—Pero ¿por qué? ¡Imbécil!

—Porque tengo miedo.

—¿A quién?

—A mi conciencia.

—¿Pero hay conciencia?

—Por lo visto.

—¿No estaba demostrado que la conciencia es una aprensión de la materia orgánica en cierto estado de desarrollo?

—Sí, estaba.

—¿Y entonces?...

—Pero hay conciencia.