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paratadas, un fortunón... ¿Eh? viejo verde, calaverón eterno. ¿Cuándo tendrás tú una hija como Nieves, amparo seguro de tu vejez?

Caín, sin contestar a aquel majadero, que tan feliz se las prometía en teniendo un poco de Priorato en el cuerpo, se puso a pensar, que siempre se le estaba ocurriendo echar la cuenta de los años que él llevaba a la menor de las Contenciosas. "¡Eran muchos años!"

***

Pasaron algunos; Abel estuvo cesante una temporada, y Joaquín de secretario en otra provincia. Volvieron a juntarse en su pueblo, Caín jubilado y Abel en el destino antiguo de Caín. Las meriendas menudeaban menos, pero no faltaban las de días solemnes. Los paseos como antaño, aunque ahora el primero que tomaba por Oriente era Joaquín, porque ya le fatigaba la cuesta. Las Contenciosas brillaban cada día como astros de menor magnitud; es decir, no brillaban; en rigor eran ya de octava o novena clase, invisibles a simple vista; ya nadie hablaba de ellas, ni para bien ni para mal; ni siquiera se las llamaba las Contenciosas; "las de Trujillo", decían los pocos pollos nuevos que se dignaban acordarse de ellas.

La mayor, que había engordado mucho y ya no tenía novios, por no apretarse el talle había renunciado a la lucha desigual con el tiempo y al martirio de un tocado que pedía restauracio-