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Los mosquitos. — 165

la noche, se puede uno librar completamente de ellos, como vió el mismo Humboldt que lo había practicado cierto padre misionero.

Los indígenas habían hecho esa observación desde tiempos muy antiguos. Dice el padre Lafiteau que los conquistadores encontraron, en las márgenes del río de las Amazonas y del Orinoco, naciones numerosas que construían sus aldeas en el aire sobre troncos de palmas, a la altura de veinte pies del suelo, para librarse de la incomodidad de los mosquitos.

Puede asegurarse, porque se ha experimentado en estos países, que los mosquitos también desaparecen o se disminuyen al paso que se aumenta la población. Sábese que el mosquito es un insecto que solamente en el agua se propaga, y ha de ser una agua completamente tranquila. Pretender, fundándose en la propia observación, que estos insectos se multiplican entre el follaje, es repetir un error vulgar que sólo prueba la falta de nociones sobre la historia natural.

Depone la hembra del mosquito sus huevecillos sobre la superficie del agua estancada, porque es necesaria la quietud del líquido para la incubación, el nacimiento de su prole y las transformaciones por que tiene que pasar. Permanece la nidada flotando hasta que empollada por el calor del ambiente, salen a los dos días unas larvas semianfibias que viven y crecen dentro del agua, hasta que llega la época de su metamorfosis, antes del mes. Entonces vuelven a flotar en estado de crisálidas, que es cuando se van transformando en insectos alados, y en breve tiempo, rompiendo la túnica que lo