un tejido consistente. Su madera es blanquecina, fuerte, correosa, susceptible del torno, propia para utensilios; sus florecillas blancas, de estambres mucho más largos que los pétalos; se agrupan formando lindos plumeritos que exhalan sin cesar un olor subido, embargante, que trasciende percibiéndose a larga distancia del arbusto. El fruto es una pequeña baya azul oscura que persiste todo el invierno como las hojas. Toda la planta es aromática; de ella se extrae el cosmético conocido con el nombre de agua de ángel. Por sus propiedades medicinales se coloca en la categoría de los vegetales aromáticos, astringentes y tónicos; por eso sus hojas y su corteza eran empleadas antiguamente en cocimiento para lociones y baños. Hoy día, aunque la medicina ha abandonado su uso, sus virtudes conservan el aprecio popular; y hay personas que prefieren el olor del mirto al de las mejores esencias, y se asegura que las modernas damas romanas emplean su agua destilada para aromatizar sus baños, considerándolo como específico más eficaz para la conservación de sus atractivos. La industria cuenta el arrayán o mirto entre los vegetales útiles. En Italia y en Grecia se emplean sus hojas para curtir las pieles; en varios países se sirven de sus frutos en lugar de la pimienta; en el Brasil los llaman craveiro da terra.
Ignoro si nuestro arrayán es una especie nueva; más aunque como vegetal se confunda con el mirto común o con alguna de sus numerosas especies y variedades, hay en él una particularidad zoológica que lo singulariza. Esta consiste en una oruga singular, denominada por mí oruga de esquife, que vive entre sus ramas alimentándose de sus hojas con exclusión de toda otra planta. Es de una pulgada de