Entre esa multitud de lianas, tres son las que más se han hecho conocer por su utilidad o su belleza: el pitito, la nueza y el burucuyá, y son las más comunes, tanto en las islas como en el resto del pais. La primera es del género tropeolo, que comprende una treintena de especies originarias de América (Méjico, Perú y Río de la Plata). La de flores naranjadas, conocida con los nombres de capuchina, taco de la reina, flor de la sangre, alcaparra de Indios y berró del Perú, es cultivada en los jardines, así del viejo como del nuevo Mundo. Con sus flores se aliñan las ensaladas; sus frutos encurtidos pueden reemplazar a las alcaparras; todas las partes de la planta tienen las propiedades del berro, y son antiescorbúticas.
El sabio Linneo ha admirado y celebrado el tropeolo por la rareza de sus formas; y su hija Cristina observó con asombro, que cuando, está en flor la capuchina despide luces semejantes a las chispas eléctricas a la hora del crepúsculo vespertino.
Nuestro tropeolo, llamado pitito, por la figura del pito o pipa común que tienen las flores, proviene de un tubérculo globoso, del tamaño y contextura de la papa de comer, que contiene un zumo glutinoso, cristalino, de olor fuerte y sabor picante como el rábano. Sus hojas son alternas, pequeñas, delicadas, lisas, de un bonito dibujo en forma de estrellas; cada una se compone de cinco hojuelas lanceoladas, circularmente unidas a un larguísimo pedículo que le sirve de zarcillo para trepar y asegurarse, con la particularidad de que no lo enrosca sino cuando encuentra de qué asirse. Crece con rapidez, echando tallos no más gruesos que un hilo de acarreto, que se extiende sin término y se ramifican