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Agricultura del delta. — 253

¡Cuán poco tiene que hacer el hombre para ser el dichoso dueño de esta joven naturaleza que lo espera con los brazos abiertos para inundarlo de los goces más puros y embriagarlo con sus encantos! Ella todo lo tiene allí preparado para la cómoda y deliciosa mansión de sus amantes: boscajes deleitosos, suavísimos aromas, aguas saludables, aire purísimo, mieles y frutas delicadas, aves y peces variados, sabrosas carnes, preciosas pieles, leña y madera en abundancia, animales dóciles y útiles, vías cómodas, y riegos practicados por la misma naturaleza; sin fieras que domeñar, sin especies ponzoñosas que temer, sin cenagales infectos que desecar, sin matorrales espinosos ni troncos robustos que talar, y sin necesidad de labrar ni bonificar la tierra para hacerla producir cuanto el hombre pueda apetecer para su regalo y su riqueza. Tales son las islas que forman el delicioso Tempe Argentino donde confunden sus aguas el Paraná, el Uruguay y el Plata.