espeso, fino, felposo, impenetrable al agua y que cubre inmediatamente el pellejo; el otro más largo, fuerte y lustroso, pero mucho menos espeso, cubre el primer vestido y le sirve como sobretodo, defendiéndolo del lodo y del polvo. El pelo corto es el único que se emplea en las manufacturas; su color es aplomado. Parece que el quiyá está sujeto a la muda como otros cuadrúpedos; por lo cual deben tener más peso y valor las pieles que se sacan en el invierno.
Con el pelo de la bizcacha (otro roedor de tamaño del quiyá, muy propagado en nuestros campos) hacian muy bellas estofas los Peruanos en tiempo de los emperadores Incas, según el abate Molina; y en Chile ha sido empleado en las fábricas de sombreros.
Los carapachayos y todos los del país, atribuyen virtudes medicinales a la grasa de nutria o quiyá, de la cual se sirven como tópico en varias enfermedades. Es herbívoro, y si también come peces, como se cree, puede al menos vivir sin ellos, como está demostrado con las que se domestican. Sus hábitos son apacibles y se dociliza muy pronto; las familias de los isleños con frecuencia crían quiyáes; más no con el objeto de que se multipliquen, sino por entretenimiento y para regalarlos o venderlos. En mi quinta existe uno que se trajo recién nacido y fué criado por uno de mis hijos, a quien conoce y ama tanto, que poco se separa de su lado, y duerme a sus pies, no obstante el gran trabajo que le cuesta al pobre animalito treparse por una escalera al cuarto del niño que está en alto. Es tan familiar como un perro, y sumamente manso; siendo chico