el chiquero? ¡quién sabe si no le ha pasado algo!...
—Estará durmiendo la mona; pero, no le hace, vamos á ver.
Fuimos al galpón ¡y qué les cuento! nos encontramos al viejo ño Cipriano tendido panza arriba, todo como acalambrado, con la cara color violeta, y frío, helado. Carolina, asustada, comenzó á darle fletaciones, pero ¡qué caray! al divino botón: el pobre viejo con la mamúa, había cantado para el carnero. La gringa se me puso á llorar como una Magdalena.
—Pero ¿qué te da, hjjita, para llorar de ese modo?—le pregunté.
—Es que... es que ño Cipriano era tan bueno! Y además...
—¿Además, qué?
—¡Que me parece que tenemos que ser muy desgraciados! ¡Miren qué casamiento, con un difunto en la casa, desde el primer día!...