— Y ahora viene la segunda pregunta.—continuó diciendo Utterson;—¿quién romperá la puerta?
—¿Cómo? vos y yo, señor—dijo valerosamente Poole.
—Bien dicho—repuso el abogado—y suceda lo que quiera, yo cuidaré de que nada perdáis; dejadlo de mi cuenta.
—Hay un hacha en el laboratorio—indicó Poole—y vos podéis tomar un hierro de la cocina.
El abogado se apoderó de un grosero pero pesado instrumento, y moviéndolo, dijo á Poole que le estaba mirando:—¿Sabéis que vos y yo vamos á colocarnos en una situación que ofrece algún peligro?
—Bien lo podéis decir, señor—contestó el criado.
—Entonces es justo y conveniente que seamos francos. En nosotros dos, el pensamiento va más lejos que las palabras que nos hemos dicho; hablemos con claridad. Esa cara enmascarada que visteis, ¿la habéis reconocido?