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Edmundo Montagne

que pronuncié palabras incoherentes y triviales durante aquel viaje en que por primera vez hablaba con mi Clelia, a quien hace quince días visito:

los quince días que con los otros de mi vergüenza suman el mes transcurrido sin escribirte.

Contemplada embelesado por mí, Clelia todas las noches teje: teje la red en que irá a caer preso mi corazón, que ya es de ella.

Querido: tú me comprendes. Te ruego prepares el ánimo de los muchachos, no sea que cuando me halle con ellos y contigo, rodeando la consabida mesa de la Avenida, me juzguen, al saber que torno acompañado a Buenos Aires, un renegado sin honor de nuestra conjuración antimatrimonial. Te abraza, hasta tu próxima, Quintín.

Ciudad del Rosario, etc., etc.