Página:El cerco de pitas (1920).pdf/53

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
49
El cerco de pitas

EL ABUELO NO LEIA

jugar! Que la más pequeña no quede sola.

Después de exclamar así, abuelito León, que no es tan viejo como supone su condición de abuelo, ni tan león como permite entender su nombre, deja libre a los niños. Ve que no rompen fila como siempre en una carrera alborozada de frescos gritos y risas locas. Con el diario sin desdoblar, quédase mirándolos, ahí en medio del sendero enarenado sobre el que vuelca su sombra recortada de sol la copa de un árbol.

—¡Vamos, pues! ¿A qué se quedan así? Hala!

Pero los chicos permanecen mustios, mal dispuestos a toda expansión. Maruja, que hace de madrecita de Ricardo y Lina, murmura un "juguemos", tan sin bríos, que no es oída.

Abuelo León, desalentado también, ha movido su diario en el aire tibio que ahora agita las ropas blancas de las mujercitas y el corbatón rojo y flotante de Ricardo.

Mientras el abuelo saca del estuche las gafas y SALA URUGUAY

BIBLIOTECA NACIONAL