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Página:El contrato social (1836).djvu/108

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En esta misma incoherencia encontramos tambien la solucion de un sofisma muy comun á los políticos reales; y consiste no solo en comparar el gobierno civil con el doméstico, y el príncipe con el padre de familias, error que ya he refutado, sino tambien en atribuir generosamente á este magistrado todas las virtudes que necesitaria, y en suponer siempre que el príncipe es lo que deberia ser: suposicion, mediante la cual el gobierno real es evidentemente preferible á cualquier otro, por la razon de que sin disputa alguna es el mas fuerte, y de que para ser tambien el mejor solo le falta una voluntad de corporacion mas conforme con la voluntad general.

Pero si, segun Platon [1], es tan raro encontrar un rey que lo sea por naturaleza, será facil que haya uno, en quien la naturaleza y la fortuna concurran para coronarle? Y si la educacion real corrompe indispensablemente á los que la reciben; ¿que se debe esperar de una serie de hombres educados para reinar? Luego es querer hacerse ilusion confundir el gobierno real con el de un buen rey. Para ver lo que aquel gobierno es en sí mismo, es menester examinarle cuando haya príncipes de corto talento ó malvados; porque ó subirán al trono siéndolo ya, ó el trono los hará tales.

Estas dificultades no han escapado á nuestros autores; pero no por esto les han arre-

  1. In Civili.