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estrella, un pajarito vuela por encima de ese sitio, lanzando gritos lastimeros. Se me parte el corazón al oír esos gritos. Pues bien, ese pájaro es el alma en pena del niño que fué enterrado sin el sacramento, y suplica que se le ponga una cruz.

Me han dicho que sólo un sabio que conozca los libros santos podrá salvar a esa almita en pena.

Y sólo entonces dejará de lanzar gritos lastimeros. Nosotros, los que estamos aquí, no sabemo nada y nada podemos hacer por ella. Cuando vuela por encima de nosotros pidiendo una cruz, le decimos solamente: "¡Vete, pobre almita, que nada podemos hacer por ti!" Echa a volar, llorando, y luego vuelve otra vez. ¡Ah, buen mozo, qué digna de compasión es la pobre alma en pena!

Oxana estuvo mucho tiempo enferma. Cuando se restableció un poco, pasaba horas enteras sobre la tumba de su hijo. ¡Dios mío, lo que ella ha llorado! ¡Se oían sus lamentos en todo el bosque!

No se podía consolar la pobre... Román era indiferente a la pérdida del niño; pero compadecía a Oxana. Viéndola llorar, le decía:

—Cállate, mujer estúpida! No hay por qué llorar. Aquel niño se murió, pero quizá tengamos otros, y quizá sean mejores que aquél. Porque el niño muerto puede ser que no fuera mío... Yo no sé nada, pero la gente charla... Y el nuevo, seguramente que será mío...

A Oxana no le gustaba oirle hablar así. Se ponía muy enfadada, mucho, y empezaba a decirle Goo