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Y si una muchacha os ha besado, lo sabéis ya sin necesidad de que os lo refiera.

—Felipín mío! ¡Querido!—exclamó la muchacha, acariciando al molinero—. ¡Al fin has venido!

¡Te esperaba con tanta impaciencia!... Creía que iba a secarme como una hierba al sol.

"A Dios gracias, no te has secado todavía!"se dijo el molinero, estrechando el talle redondito de la muchacha.

. —Dime, ¿cuándo vamos a casarnos?—preguntó ella, con las manos en los hombros del molinero y mirándole con sus ardientes ojos negros.

Estas palabras gustaron al molinero menos que los besos. "Ahora me va a importunar con el matrimonio!"—pensó. Luego, recobrando su valor y procurando evitar la mirada de la joven, dijo:

—¡Qué prisa tienes, mi querida Galia! Querrías ya que nos casáramos. Olvidas que yo soy molinero y que quizá muy pronto seré el más rico de la aldea, mientras que tú no eres más que la hija de una pobre viuda.

La joven se estremeció, como si la hubiera mordido una serpiente, y dejando al molinero, se llevó las manos al corazón.

Y yo que creí!... ¡Oh, qué desgraciada soy!

¿Por qué has llamado entonces a la ventana, cobarde?

—No comprendes? Es que tu madre me debe dinero. No tengo yo la culpa de que en vez de ella hayas salido tú y te hayas puesto a besarme..

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