Página:El día del juicio (1919).djvu/57

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
53
 

go, para una cochina judía! ¡Prefiere los judíos a un buen cristiano como yo! ¡Espérate, vieja, que ya te arreglaré yo las cuentas!

La viuda de Jankel vendió por nada todo su mobiliario y el poco de "vodka" que le quedaba, del que más de la mitad se llevó a escondidas el obrero Iarko; luego cogió a sus hijos y se fué a pie en dirección de la ciudad. Dos de los niños eran demasiado pequeños para andar, y tenía que llevarlos en brazos; el tercero iba agarrado a su falda, y los otros dos, más crecidos, la seguían llorando.

Viendo esto, los campesinos sentían remordimientos de conciencia. Algunos pensaban que, al menos, debieran haber prestado un caballo a la familia de Iankel. Pero nadie se atrevió a hacerlo; todos se decían que, si prestaban su raballo, los tomarían por deudores de Iankel.

El molinero seguía con la mirada a sus convecinos y estaba indignado de su conducta. "Si algún día me arruinará yo también—se decía—, darán pruebas de la misma ingratitud para conmigo." Así, pues, la desgraciada viuda de Iankel se marchó con sus hijos a la ciudad, y nadie volvió a saber de ella. Tal vez encontró algún modo de ganarse el pan, tal vez toda la familia se murió de hambre. ¡Todo es posible en este mundo! Pero era de esperar que los correligionarios de la viuda la ayudaran: los judíos son el primer pueblo en eso de ayudarse unos a otros.

T I